domingo, 30 de junio de 2013

definicion ...



El Sumak Kawsay (en español: buen vivir) es un modelo o forma de vida que promueve relaciones más sustentables con la naturaleza y menos consumistas, que constituye una opción ante el modelo desarrollista del "vivir mejor",1 El concepto proviene del quechua forma parte de las culturas indígenas del centro de sudamerica y está presente de forma similar entre los aymara como suma qamaña y entre los guaranies como teko porâ o teko kavi. En su significado original, Sumak hace referencia a la realización ideal y hermosa del planeta, mientras que Kawsay significa "vida", una vida digna, en plenitud.





El sumak kawsay considera a las personas parte de una comunidad humana, la cual es un elemento de la pachamama o Madre Tierra (madre mundo). Así, a diferencia de otros paradigmas, el buen vivir busca el equilibrio con la naturaleza en la satisfacción de las necesidades ("tomar solo lo necesario" con vocación para perdurar), sobre el mero crecimiento económico; es decir, una forma de vida más digna y más apegada a la vida, inspirada en los valores tradicionales indígenas. 



El Sumak Kawsay y la visión estratégica de la modernidad
El discurso del liberalismo se conformó en el siglo XVII y XVIII en pleno proceso de 
desarrollo del capitalismo. Los procesos históricos que lo conformaron fueron el 
despojo y saqueo de tierras (las leyes de enclosures, o cercados), y la conformación 
de mercados de trabajo (las leyes de pobres), en la Inglaterra de ese periodo. Detrás 
de esos procesos de acumulación originaria subyacía la idea cartesiana de que el 
hombre era el amo y señor de la naturaleza, y que la historia humana tenía que 
construirse a partir de una cesura radical con la naturaleza. 
Desde entonces, el capitalismo se ha constituido sobre una relación estratégica 
fundamentada en el interés egoísta de los individuos, y en una ruptura radical con la 
naturaleza. La moral y la ética que tenían premisas teológicas se desacralizan y se fundamentan, precisamente, en la acción estratégica de los individuos, en donde el 
imperativo categórico se convierte en la condición de posibilidad de fundamentar una 
relación social basada en estos intereses egoístas. 
En esa trama civilizatoria, los seres humanos se convierten en objetos de sí mismos, y 
la sociedad se fractura a sí misma. La construcción de individualidades egoístas se la 
hace con el costo de fragmentar a la sociedad en una mutiplicidad de particularismos 
que pueden ser disciplinados, controlados y manipulados desde una estructura de 
poder que administra la vida y la muerte como prerrogativa propia. En esa 
construcción social y de poder, los mercados autorregulados y el formato mercantil 
que asumen las relaciones sociales, excluyen cualquier consideración ética e 
instauran un principio de eficiencia que, por definición, nada tiene que ver con la ética, 
menos aún con su propia sociedad. Los mercados son eficientes porque no son éticos. 
La eficiencia está en función de la lógica costo/beneficio de recursos escasos, y en 
esa lógica no entra la sociedad ni consideraciones con respecto a lo humano y a la 
naturaleza. El mecanismo que sanciona la eficiencia y que distribuye los recursos 
escasos se llama “precios relativos”. 
Los precios relativos, por definición, no incorporan a su lógica nada que tenga que ver 
con la ética, la moral, la sociedad ni la naturaleza. Es desde esta lógica que el 
capitalismo es depredador por definición y que no tiene ninguna visión de respeto ni 
humano, ni social, ni a la naturaleza. La noción de Sumak Kawsay quiere hacer 
responsable a la sociedad por la forma por la cual produce y reproduce sus 
condiciones de existencia, desde una lógica marcada por la ética en la cual las 
situaciones particulares forman el interés general, y el bienestar de una persona no se 
construye sobre los demás, sino basado en el respeto a los otros, es decir, mi 
bienestar personal depende del bienestar de los demás. 
El momento en el que la sociedad pueda recuperar para sí misma las condiciones de 
su propia re-producción, y pueda instaurar una lógica de relacionamiento social 
basada en el respeto, incluido el respeto a la naturaleza, entonces la sociedad puede 
recrear las condiciones de su historia y recuperarla, en el sentido de que la historia es 
hecha por los seres humanos y, en consecuencia, ellos pueden transformarla.
Cuando las sociedades son dueñas de las condiciones que garantizan su reproducción 
social, los seres humanos pueden tejer una forma de relacionamiento entre sí basada 
en el respeto mutuo, y alejada de toda consideración estratégica. El Sumak Kawsay 
permite devolver a la sociedad esa posibilidad de reconstruir el humanismo basado en el respeto a las diferencias fundamentales.



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